ENSAYOS

EPITELIATURA O LITERATURA EPITELIAL.


Por Danny Rodríguez Núñez.

Como el rosario de la aurora en el solsticio primaveral, se observan emerger con frescura de los poros poéticos unos versos bergsonianos con sus diez estaciones, pero de manera lúdica. Cada vello colocado sutilmente en la epidermis de estas páginas fluye de las manos de (o de Las Matas) con un dinamismo vivaz y elocuente, pero a la vez enigmático.

En cada poro surge un vello, vellos que se multiplican en cada contacto visual distribuidos medalaganaria e indistintamente, separados por nada y entretejidos entre sí.

¡Ha! Una observación. Corre emprende ese largo viaje y piérdete en la intimidad de esa “hondonada matizada de silencio” es ahí donde tiene su génesis Lúdica de la Piel. Pero sobre todo “si la muerte te sorprende “es porque llegó la hora de jugar. ¿Te vas a dejar vencer? Lánzate con agallas y bajo su falda descubre el enigma de la vida, lo otro es tan sólo un estímulo.

Descubre también en aquella “paleta de mil colores” ese “Yo–Niño”, hombre abrazado a la fantasía de un pasado marcador de la existencia presente, acre, de “piel africoespañola”como la tuya, como la mía. El “yo-niño” que trasciende y que va más allá del tiempo, del espacio llevando consigo recuerdos vividos y anhelos desvividos portador ahora de la palabra oculta, la emancipada, la asesinada por lo sicarios seniles; aquellos ancestros de quienes el poeta, en su séptimo juego y con los resabios característicos dice “reclaman sus espacios/ en el naufragio de su cultura”.

No te quedes en simples caricias a flor de piel o decreciendo verticalmente, ve más allá a la dermis poética de las mil palabras que a muchos no le dicen nada y pocos le dicen mucho. Engendra tus propios dioses sin importar el color o cuando nazcan y desnuda la mujer que ves o esa que hay en ti, porque así es la literatura  un laberinto por donde circulan los recuerdos, donde se anida la filosofía y la realidad de la vida con sus antifaces se ensaña contra todos arrugando nuestra piel. Por eso en Lúdica de la piel del poeta Bergson Rosario encontramos la fotografía del niño, la del hombre, la de la mujer, en fin la del ser humano de quien él se hace eco mediante este desahogo literario.



PUBLICADO COMO COLABORACIÓN PARA EL LISTÍN DIARIO, 13 DE MARZO 2000, SECCIÓN EL CIBAO.


Por Danny Rodríguez Núñez.


Hay un hombre en el país colocado en el mismo trayecto de la verdad, oriundo de San Pedro de Macorís. Don Pedro Mir. Nacido en 1913. Poeta, cuentista, novelista y ensayista.Emisor en sus obras de férreas palabras que denuncian la situación imperante en el país en tiempos de la dictadura trujillista. Se observa en la poética de Don Pedro, una mezcla de encanto y dulzura por la forma en que expresa sus palabras, pero en el fondo de amargura, preocupación y anhelos de justicia y tranquilidad nacional “Hay un país en el mundo”, es una muestra fehaciente de ello.“Hay un país en el mundo…sencillamente triste/fluvial y material. Y sin embargo/sencillamente tórrido/sencillamente agreste y despoblado”. Esta es una de las tantas descripciones que aparecen en el poema, en la que resalta la riqueza y las características del país, pero sobre todo no pasa por alto las cosas que en él suceden. Es la voz cantante y sonante de un verdadero poeta que siente en carne propia el sufrimiento de la gran mayoría, que son los pobres. Es Don Pedro Mir “ya lo dije: sencillamente triste y oprimido”, dice el poeta.En la actualidad aunque varias décadas han pasado y muchas lluvias han caído, no son ni sarán suficientes para borrar de unos cuantos el instintos socavador y perverso. Mir, lo reclamaba enérgicamente cuando decía: “Faltan hombres para la tierra/ es decir faltan hombres/que desnuden la virgen cordillera y la hagan madre/ después de unas canciones…/y falta una canción”. Ahora digo a Don Pedro. Falta tierra para tantos hombres, porque unos pocos la tienen y al parecer, ”Ya no falta una canción”, porque ha sido cantada más de una vez por valientes hombres; hombres que de tanto cantar, de sus bocas ya no salían palabras, sino sangre, sangre, Don Pedro. Y entonces jamás pudieron cantar, pero, ”No es Justo que el castigo/caiga sobre todos. Busquemos los culpables”.




PUBLICADO EN VOXLOCALIS

LA 1a REVISTA IBEROAMERICANA MUNICIPALISTA

Nº 027. JULIO 2009
BOSCH Y PIE, CAÑA Y FUEGO
Por Lic. Danny Rodríguez Núñez
República Dominicana
dannyrn27@hotmail.com

No importa cuando ocurrió ni la hora, tampoco si fue sábado o domingo, lo verdaderamente importante es la situación de Luís Pie, a quien el dulce de la caña de azúcar no le alcanzó para endulzar las amarguras del diario vivir; mucho menos adquirir lo básico para el vendaje de sus heridas: las físicas, las del alma…por eso "trató de ver la herida" visualizando sólo una de ellas, aunque sentía dos en los más profundo de sí. Bosch lo sabía, razón por la cual lo contaba con tanta vehemencia y sencillez.



Pie "Quería estar seguro de que el mal había entrado por la herida…" y ahora me confundo porque no sé cuál le atormentaba más si la superstición o sus laceraciones. Vestido con la indumentaria de la esperanza después de agotar una de las tantas jornadas que apaciguaban el hambre y la miseria de cuatro vidas errantes se abría paso, cual reptil enfermizo, en busca de una mano amiga que le condujese a su infeliz pero anhelado destino. Perfumado con la esencia del miedo y agitando su mente con pensamientos fatales, o bien reflexionando, como dicen los buenos cristianos, sobre el paso de la vida a la muerte.


¡Oh angustia intolerante! ¿Por qué envenenas un alma infeliz inyectando gemidos de impotencia en las viudas venas en quien la muerte se ha ensañado? Pero no amigo lector, más que la muerte, la vida. Sí, se ha ensañado la vida con sus incongruencias en aras de llevarlo al abismo. ¿O la muerte en busca de sí? Mejor será abortar las elucubraciones y dar cabida a lo pertinente sabiendo que la muerte no lo buscaba, la encaminaban hacia él los que tienen licencia para el atropello como perros rabiosos incitados por su amo. ¡Oh amo despiadado! Perdón "mi respeto para usted don Valentín Quintero".

Bosch y Pie o más bien Juan Emilio Bosch y Gaviño y Luís Pie, saboreaban la misma caña de la cual se extrae el delicioso dulce llamado azúcar, pero con una marcada diferencia, la que le tocó a Bosch era un poco más dulcificada aunque con algunos tejidos repletos de perturbación, caña que al ser procesada daba como resultado un azúcar literario cargado de una preocupación social procedente de lo más recóndito de un ser muy humano, un humanista a carta cabal. En cambio la caña de Pie tenía características muy particulares: su tejido con filamentos rojizos, el guarapo teñido de un rojo intenso, la cáscara afilada y pendones con espinas, a veces con gatillo ¡y muy alegre por cierto!



Luís Pie no tenía escapatoria de la realidad que le ofertaba el medio en donde la vida pasaba por él y sus dependientes directos. En él, a veces, la esperanza resplandecía como las estrellas en el firmamento y quizás por ello clamaba "volviendo al cielo una honda mirada de gratitud". Otras veces dicha esperanza se deslizaba como estrella fugaz, sobre todo cuando él era invadido por la impotencia, acorralado por la injusticia, quemado por el fuego que hacía hervir su sangre o simplemente reducido a escombros como aquellas cañas en un día cualquiera.


Abril, 2009

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